México es un país rico que está lleno de pobres:
desde hace siglos la desigualdad ha sido el signo de nuestra sociedad
como resultado de nuestra forma de gobierno.
En los últimos 25 años se ha abandonado al campo
y se ha desamparado a la industria.
Se han vendido los bancos, las carreteras, las comunicaciones,
los ferrocarriles, los hospitales, las minas, los puertos, los aeropuertos,
las playas y los medios de comunicación.
Hoy se pretende privatizar el petróleo.
Con engaños, se nos quiere hacer creer que eso nos va a beneficiar. Mentira.
El petróleo es nuestro, es el PATRIMONIO de todos los mexicanos.
Es nuestra riqueza, nuestra historia, nuestra patria.
El petróleo no es del gobierno,
no es de los gringos ni de las grandes compañías petroleras del mundo,
no es de la Presidencia ni de la Secretaría de Hacienda.
El petróleo no es de los partidos políticos ni de la iniciativa privada,
no es del Sindicato, ni siquiera es de Pemex.
Pemex es una empresa que se creó para administrar el petróleo
en beneficio de todos los mexicanos. No de unos cuantos.
El petróleo es nuestro.
En 1938, cuando Cárdenas expropió el petróleo de manos de empresas extranjeras,
el pueblo de México salió a las calles para brindarle su apoyo,
su solidaridad y sus ahorros, y los ingenieros y técnicos
mexicanos demostraron que podían perfectamente mantenerlo trabajando.
Durante años, Pemex, antes de que lo corrompieran, fue el motor económico
del país: con el dinero que producía se construyeron
escuelas, hospitales, carreteras y se desarrolló la industria nacional.
Hoy, es responsabilidad nuestra, de todos los mexicanos,
volver a salir en su defensa.
Porque ya han empezado a privatizarlo paulatinamente, pretendiendo que no nos
demos cuenta y cediendo enormes utilidades a empresas privadas.
Convirtiendo la riqueza social que nos pertenece a todos en botín de unos cuantos.
Nos quieren confundir.
Se nos dice que es urgente buscar el petróleo en aguas profundas.
FALSO: aún existen reservas probadas en tierra y en aguas someras mexicanas.
Se nos dice que no hay dinero para financiar esos trabajos.
FALSO: el precio que ha alcanzado el petróleo es más que suficiente para financiarlos.
Y habría más dinero para eso si el gobierno cobrara los impuestos
que no pagan los grandes capitales nacionales y extranjeros en el país.
Se nos dice que no tenemos la tecnología para intentarlo y que eso nos obliga
a asociarnos y compartir los beneficios petroleros
con empresas privadas nacionales y extranjeras.
FALSO: la tecnología se aprende y se puede alquilar o comprar,
sin necesidad de aliarnos, asociarnos o acompañarnos con nadie.
Se nos dice que la experiencia internacional
demuestra las virtudes de la privatización.
FALSO: Países como Noruega, Rusia, Venezuela, Irán, China, Arabia Saudita
y otros, que en algún momento lo habían privatizado,
hoy lo están recuperando para beneficio de sus pueblos.
Se nos dice que no se pretende privatizar el petróleo
porque no se venderá Pemex ni se venderán los pozos.
FALSO: porque lo que se pretende privatizar son las utilidades que genera
y que, finalmente, es lo que nos interesa defender.
Se nos dice que los ciudadanos no somos expertos
y que no tenemos derecho a opinar.
FALSO: sabemos más de lo que creen, podemos aprender si se abre un debate público,
tenemos expertos que nos pueden orientar y es nuestro derecho opinar.
Es más: tenemos la obligación de opinar porque el petróleo nos pertenece.
Es nuestro patrimonio. Y nuestro futuro y el de nuestros hijos dependen
de lo que hagamos o dejemos de hacer con este recurso.
Está claro: se nos dice que no pretenden privatizar PEMEX
-que ha sido la principal fuente de ingresos de nuestro país-
sino sólo reformarlo y fortalecerlo. Efectivamente, es urgente una reforma de Pemex,
una empresa que hoy nadie pretende comprar,
descapitalizada por la Secretaría de Hacienda, saqueada
por un contratismo mafioso dirigido desde las altas oficinas del gobierno
y que arrastra un sindicato “charro” impune y corrupto.
Pero la reforma que proponen no busca corregir eso,
sino al contrario: mantenerlo y multiplicarlo.
Lo que en realidad quieren es trasladar las enormes utilidades
que sí produce el negocio petrolero mexicano
a manos de la iniciativa privada, nacional y extranjera,
bajo la forma de contratos hechos al amparo de cambios
en la regulación de Pemex.
Dejemos de oír mentiras.
Promovamos y participemos en un debate nacional con ingenieros,
economistas y petroleros; con universitarios, politécnicos e investigadores del
Instituto Mexicano del Petróleo. Y sobre todo:
hagamos lo que sea necesario para defenderlo.
Como ciudadanos, más allá de opiniones políticas o de preferencias partidarias,
éste es un asunto que nos mueve a todos
porque afecta nuestro patrimonio común.
Tenemos, pues, que asumir nuestra parte de responsabilidad en este tema
y actuar en consecuencia.
david baksht, nerio barberis, simón bross, felipe cazals, alberto cortés,
elvia de angelis, ricardo demeke, julieta egurrola, jorge fons, juan garcía,
daniel giménez cacho, everardo gonzález, dolores heredia, dulce kuri, paul leduc,
tita lombardo, bertha navarro, héctor ortega, blanca salces, jorge zárate.
méxico df, 5 de abril de 2008